A ti, amor,
Que eres risa brotando de mis venas. Melodía invisible, que envuelve mi madrugada. La luz palpitante en el centro de mi pecho… Mi equilibrio.
He de decirte que yo… voy a dejar de quererte… sólo un poquito. Necesito reconectar con ese abismo helado al que se enraizó mi corazón… hasta que llegaste.
Voy a marcharme y apartarte a un lado… sólo, por un ratito. Deseo escuchar el sonido de mis pasos sobre el asfalto, cuando la lluvia se lleva consigo mi melancolía, en forma de lágrimas.
Voy a pensar que, a partir de ahora, no formas parte de mi mundo… sólo, por probar. Para sentirme desorientada de nuevo, ensimismada en mis pensamientos repetitivos, ausente… Inconsciente.
Voy a dejar que la monotonía empañe mis ojos y me haga creer que formo parte de un sistema apolillado… como cuando no te conocía. Respirar la polución de un aire enrarecido y percibir mi cuerpo, como a un ser extraño, alejado de todo cuanto le rodea… desconectado de mí.
Voy a dejar de amarte mientras escribo, para que mis versos sepan a enfermedad. Vástagos del hastío arrogante de un ego empedernido, que bate fuerte sus alas y eclipsa el alma con su grito déspota. Malnacido que transforma mi identidad en la figura enturbiada de lo que creo que quizá, tal vez, puede ser que en esta realidad —y no en otra—, yo sea… O quizás me equivoque.
Voy a dejar de pensar en ti, para llenar mi cabeza de muchos otros. Apartar los libros, cerrar los ojos y entregar mi bilis a internet… para que todos piensen que no me siento sola… Para que yo me engañe, enredada en la idea de que les tengo a ellos.
Amor, voy a hacer de tu ausencia mi máscara, para aquéllos que no entienden el silencio. Me abandonaré a un pasado intoxicado de falsas emociones. Me sumergiré en los trazos de un lienzo pintado con acuarelas de tonos lúgubres y sonrisas torcidas. Infinitud de fantasmas masticarán mi nombre ceniciento, en la desidia de unos brazos que no alcanzan tu voz.
Yo… me arruinaré. Y acabaré prendiendo soles de hojarasca, en el atardecer de mis miserias. Hablaré, como si vomitar palabras que otros dicen, me haga parecer o ser, quizás, más inteligente que ellos. Me hundiré…y en mi naufragio, sólo el despojo de un amor prestado, me servirá de consuelo.
Amor, yo me iré para que tú te quedes. Para que mis ojos sean los faros que te guíen a través del tiempo. El tiempo… ¿tú sabes lo que es el tiempo? El tiempo son los grilletes que me hieren cuando tú no estás. Son las llagas que eyaculan esperas con sabor amargo. El tiempo te eligió a ti para mostrarme cómo puedo aprender de lo que llevo dentro. La manera en la que un amor sabe a vida, cuando te rescata de la fantasía del sueño. Y más convencida aún, te diré que el tiempo no existe. Que no es verdad que reina en todo. Que no es más que la falacia enmascarada, engullendo a sus siervos postrados bajo el reloj de una fábrica. Atemorizados ante un oscuro dios que el hombre creó, con el fin de gobernarlos a todos.
Amor, yo… soplaré sobre tus cenizas y con mi aliento esculpiré cada milímetro de tu cuerpo. Te entregaré a ti, mis manos, para que comprendas que ya nada hago bien sin ti. Entiéndeme, sólo tu mirada sabe resguardarme del frío, ¿lo recuerdas? El frío, la nieve, el cráter… Yo vivía allí abajo, junto a un puñado de esperanzas muertas. Me alimentaba de máscaras y figurantes huecos. Enredaba mi cabello en la gélida roca y así dormía, bajo la premisa de que el amor, era sólo ficción. Pero te encontré… y tú traías, apuntalado a la espalda, un demonio negro. Homúnculo deforme de grotescas dimensiones. Él engullía partes de ti que se afanaban, histéricas, por rozar un insignificante haz de luz.
Te hallé en la suculenta tentativa de quien encuentra un tesoro enterrado. Tú andabas hilvanando nuevas bestias que alimentar. Yo contemplé la belleza más profunda que existe: aquella que habita dentro de un alma en ruinas. Me miraste… y hubo entonces, una música inaudible, que cautivó tu campo y el mío. Temblé… y por primera vez, no fue cosa del invierno.
Amor, sé que hicieron falta demasiados amaneceres para difuminar nuestras tinieblas. Que los demonios no arden y que es el hedor de su podredumbre lo que, algunas veces, no nos deja dormir… Sin embargo, tengo la esperanza puesta en que algún día, todo acabe. Seremos libres para respirar de nuevo y de tu aliento y el mío, se forjará un paisaje por encima del humo. Lejos ya, de esta tesitura marchita, que cuartea nuestra certidumbre.
Hasta ese entonces, yo… me desentiendo del ayer, no le necesito. Contigo soy capaz de acallar las voces que me acosan. Disfrutar, cobra al fin su significado, y siento que soy capaz de emprender un viaje sin retorno… ni miedo.
Amor, yo… quiero vivir contigo sin apegos. Ansío alcanzar una comprensión más alta del amor. Morar en mi existencia para ubicarte en ella. Que me ames como yo te amo. Que me beses como yo te beso…
…amor, reconóceme.
Imagen: Michael MacRael
4 comentarios
Un texto muy intenso, con figuras muy bellas y con un sentimiento que te atrapa hasta dejarte sin aliento. Se nota que está escrito a quemarropa, sin nada que esconder y eso se agradece para el que lo lee.
Enhorabuena por el texto.
Saludos. Nos leemos!
Muchas gracias por ver más allá.
Un placer tenerte por aquí.
Nos leemos!
“Risa brotando de mis venas” Me encanta. Te seguiré leyendo.
Bienvenida Nefelibata, aquí te espero. Gracias por pasarte y comentar.
Nos leemos.
Responsable: Pilar Ortiz Andrés. Finalidad: Moderación de los comentarios en el blog. Legitimación: Tu consentimiento. Destinatarios: Los datos que me facilitas estarán ubicados en los servidores de Raiola Networks SL. dentro de la UE (España). Derechos: Podrás ejercer tus derechos de Acceso, Rectificación, Limitación o Suprimir tus datos enviando un email a: contacto@laeroticadelguisante.es Información adicional: Disponible la información adicional sobre la Protección de Datos Personales aqui