A veces siento que estoy muerta
y el frío terciopelo que envuelve mis pestañas
me muestra un lúgubre y distante mundo,
engarzado en un eco,
tan ajeno a mí como hermoso,
hiriente, salvaje y sombrío,
que me hace vulnerable.
Me parece recordar
que no soy nada
bajo el visor de sus lentes
y cuando empiezo a creer
que la primavera ya está próxima,
el deshielo no ha hecho más que reemplazarse
por una ventisca
de labios cortados y manos frías.
Mi corazón se amilana,
dentro de los umbrales del bosque,
donde las almas peregrinan
en busca del fin del invierno.
Miro mis pies mojados,
el reflejo de mi pálido rostro
sobre el hielo…
Hay silencio en mi mirada
y un amanecer eclipsado
por un incesante invierno.
Abandono mis sueños
en medio de una conversación
a las puertas de un cine
y dejo de pensar en mis entrañas,
en el arroyo del agua
cuando ya es primavera.
Abandono, con gesto cansado,
el libro de los temores aprendidos
y retorno a la cama,
me trenzo el cabello.
Y a solas con la pobre luz de una lámpara
examino mis puntas abiertas,
mi imagen dejada.
Reflexiono sobre ese don tan mío,
de empezar bien lo que mal acaba.
Imagen destacada: Patty Maher


Publicaciones por Pilar Ortiz
- Lecturas Marzo - 1 mayo, 2019
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tenía rato que no leía algo tan ligero pero profundo! Me gustó mucho, saludos desde Venezuela!
Muchas gracias Maryu y bienvenida!
No sabes cuánto me alegra recibir saludos desde tan lejos.
Vuelve cuando quieras!
Un abrazo!
Se pueden leer magníficas sus publicaciones
Muchas gracias, Nidia y bienvenida!
Me alegro muchísimo que te gusten mis poemas.
Ven a verme siempre que quieras.
Un abrazo.