Un relato de terror.
Tres golpes en la puerta me despertaron a las tres de la mañana. Encendí la luz y me di cuenta del terrible dolor de estómago que sufría. Me arrastré hasta ella y no encontré a nadie al otro lado. El lúgubre pasillo estaba encendido. Desde allí, su longitud parecía retorcerse al igual que mis tripas. Apoyándome en la pared, llegué hasta el cuarto de baño. Ese horrible cuarto de baño de abuela, con las flores rosas en los azulejos. Me arrodillé junto al retrete y vomité hasta la última gota de bilis. No sé qué tuvo esa comida o tal vez fuese el digestivo, la extraña infusión de hierbas, lo que me sentó mal.
Me levanté para pulsar la cisterna y, flotando entre los despojos de mi estómago, vislumbré algo extraño. Busqué cualquier cosa con la que pudiese sacar aquello y al final, opté por la bolsa de plástico de la papelera. Lavé el objeto bajo el grifo y me horroricé: era una uña acrílica de color rojo sujeta todavía, a la última falange.
Corrí hacia mi habitación y marqué el número de emergencias en mi teléfono. No había señal. ¿A quién se le ocurrió la idea de hacer una Baby Shower en mitad de la nada? Las risas se filtraron a través de la rendija de ventilación. Me estremecí, ahí estaban de nuevo. El viejo espejo del armario me devolvió una imagen decrépita. Parecía un cadáver. Sentí que el aire me faltaba en aquella habitación sin ventanas. Esto es una ratonera. Una vez más, alguien lloraba en alguna parte.
Me vestí y recorrí el resto de las habitaciones en busca de las chicas. Habían desaparecido. Todas y cada una de ellas ni siquiera Rosa, la embarazada, estaba allí. Sentí mucho miedo. Intenté salir del caserón, pero alguien había asegurado puertas y ventanas para que nadie escapase. Levanté una silla, con intención de hacer añicos los ventanales. Entonces, escuché el sonido de pasos atropellados que se acercaban a través de los pasillos y las escaleras. Aterrada y con cuidado, dejé la silla en el suelo y escudriñé a mi alrededor en busca de un refugio seguro, pero nada parecía seguro ante una jauría sedienta de sangre. Fue así como terminé en la cocina, agazapada tras los fogones y bajo la cacerola de la carne en salsa de la que habíamos almorzado apenas un puñado de horas antes. Entre mis manos, un cuchillo y la absoluta certeza de que iba a morir.
Los susurros se filtraron a través de la rendija de ventilación. Cuchicheos y risas burlonas, que simulaban una cuenta atrás del pánico. Cuando bajé del coche y las vi por primera vez, las contemplé a todas ellas rodeadas por un halo de divinidad. Sus cuerpos esculturales, su maquillaje, su ropa. Se me cruzó por la mente el fugaz pensamiento de que estaba frente a unas Barbies recién sacadas de sus embalajes. Todas, rubias de bote, con uñas acrílicas y tetas de silicona. Todas, tan condescendientes conmigo porque yo conducía un Dacia y ellas, un Audi, un Mercedes, un… Putas locas. Recuerdo que ninguna quiso esperar a la que faltaba para comer.
—Seguro que está, de nuevo, empolvándose la nariz en el baño —dijeron.
Y rajaron y rajaron de ella mientras comíamos carne en salsa. ¡Oh, Dios mío!
Luego, en algún momento de la fiesta, mientras empujaban a Rosa a abrir los regalos con o sin la que faltaba, alguien gritó. Lo único que alcancé a ver fue un montón de sangre salpicando los patitos de goma que decoraban la estancia y una cabeza que escapó rodando del interior de una de una de las cajas. No sé de dónde salió esa risa diabólica que destacó por encima de los alaridos. Todo se volvió confuso y entonces, desperté en mi habitación, en esa habitación sin ventanas.
Alguien había golpeado tres veces en mi puerta. Eran las tres de la madrugada. Encendí la luz y sentí que mi estómago explotaba. ¿Déjà vu? Me arrastré hasta la puerta y la abrí. De nuevo, nadie al otro lado. Recorrí, tambaleante, el pasillo hasta el cuarto de baño y vomité, esta vez sobre el lavabo. Una maraña de pelo rubio oxigenado salió con esfuerzo de mi garganta. ¡¿Qué demonios?!
Levanté la cabeza y el espejo me desveló mi carne cubierta de sangre. Aterrorizada, apenas pude articular sonido. Mi otro Yo estaba frente a mí contemplándome. Me lavé la cara y los brazos mientras la histeria se apoderaba de los movimientos de mi cuerpo. Las risas, a través de la rendija de ventilación, fueron filtrándose. Primero como susurros, luego como berridos.
Corrí por el pasillo a duras penas. La cabeza me daba vueltas y vueltas, me sentía intoxicada ¿la infusión de hierbas? Me tropecé con algo y caí al suelo. El pasillo se retorcía sobre sí mismo. Las voces me habían acompañado. A mis pies, encontré el cuerpo sin vida de una de ellas con las tripas esparcidas por el parqué. Su cabeza ladeada y las cuencas de sus ojos vacías parecían decirme tú serás la siguiente. Grité, me puse en pie como pude y huí. Las ventanas y la puerta principal permanecían cerradas. Escuché las risas y el llanto de alguien de fondo. ¡Rosa! ¡Tenía que ayudar a Rosa!
Mi voz retumbaba por las paredes clamando su nombre. Escuché puertas que se cerraban, pasos recorriendo las escaleras. Bajé a la sala oeste, donde celebramos la Baby Shower. Había sangre por todas partes. La cabeza aun sonreía. Llegué hasta la cocina y allí, encontré tres cadáveres más. Era nauseabundo. A uno, le faltaban las costillas, a otro, una pierna, al último, los brazos. Vi la cazuela de carne en salsa, la misma de la que habíamos comido. Restos de falanges y uñas acrílicas de color rojo flotaban en su interior. Vomité en el fregadero. ¿¡Quién ha hecho esto?!
—¡Rosa!—grité.
La puerta del sótano estaba entreabierta. Me armé con un cuchillo, avancé hasta el umbral y la empujé. Pulsé el interruptor y las escaleras aparecieron bajo su parpadeante luz. Un grito antecedió al llanto. Tomé aire y, muerta de miedo, descendí.
Rosa estaba atada sobre una cama. Lloraba y suplicaba, aterrada.
—Rosa, ¡Dios mío! ¿Qué te han hecho?
Lancé el cuchillo a un lado y me abalancé sobre ella en un abrazo. Rosa intentaba decirme algo, pero la emoción se lo impidió.
—Tranquila, ahora estás a salvo. Te sacaré de aquí. ¿Quién te ha hecho esto?
—¡No! ¡No!
Sus lágrimas resbalan por su rostro y los nervios le atoraban la voz.
—Tranquila, estoy contigo —dije y la volví a abrazar. Entonces, las risas comenzaron a sonar a nuestro alrededor—. ¿Oyes eso?
—No, no—dijo entre sollozos—. Yo no oigo nada. ¡Aquí no hay nadie!
—Sh, escucha.
—Quiero irme a casa, por favor.
—Yo también. No permitiré que te hagan daño. Ni a ti ni a tu bebé.
Comencé a aflojar las cuerdas de sus tobillos mientras un gracias nervioso se escapaba fugaz entre sus labios. Yo también temblaba. De un momento a otro, esas zorras oxigenadas podrían aparecer por mi espalda.
—Pronto estaremos en casa. Tranquila —le dije—. Nadie va a hacerte más daño.
Entonces, las voces empezaron a susurrar, seguro que el bebé tiene hambre. Me detuve.
—¿Has comido? —pregunté.
—¡¿Qué?!
—Seguro que el bebé tiene hambre.
—No, no. El bebé no tiene más hambre, por favor. ¡Desátame! Te lo suplico.
—Deberías comer algo. Ya sé, te prepararé unos filetes —dije mientras volvía a apretar la soga de sus tobillos—. Tienes que comer proteínas, es bueno para el bebé.
Junto a la cama, había una jarra con un líquido marrón en su interior.
—Ya sé. Tomaremos un vasito de esta infusión de hierbas. Es digestiva —dije, rellenando un vaso y ofreciéndoselo a mi amiga, quien se resistió—. ¡Para! Es bueno para el bebé.
Rosa dio tres sacudidas y los golpes del cabecero resonaron en la pared de madera.
—Bebe y deja de moverte, que parece que estés llamando a la puerta.
A la fuerza, Rosa le dio un trago y lo escupió. Yo me terminé el vaso y le sonreí.
—Estás preciosa —dije, mientras apartaba un mechón de pelo rojo que caía junto a sus ojos.
Me levanté de la cama y empecé a subir por las escaleras. Escuché sus gritos de júbilo a mis espaldas. La pobre estaba tan agradecida.
Al fin entendió que yo la protegería a ella y a su bebé de esas víboras que fingían ser sus amigas. Putas pijas de mierda. Al menos ahora, servían para algo.
Ilustraciones de Rafa Tannín.
¡Feliz Halloween!
10 comentarios
Bueniiiiiisimooooo!!! Sólo tú podías escribir algo así!!! Inesperado, siniestro, delirante, macabro…. Pero a la vez con ese toque divertido y pícaro que sólo tú consigues!! Eres increíble!! Las ilustraciones a juego con el relato… Maravillosas!!
Wo wo wo
Me alegro de que te haya parecido divertido y pícaro cuando solo pretendía dar mal rollo (¿será que no me consigo liberar del humor ni con esas?)
Muchas gracias por leerme desde hace tantos años y de darme siempre ánimos para seguir mejorando.
Muuuaks!
Todo un placer colaborar en esta entrada, cuando hay buen material uno se inspira con mas facilidad jejeje. La verdad es que dan ganas de leer mas, pero quizás justo ese es el punto en el que a veces hay que dejar las historias. Ánimo con tus textos, cada vez me parecen mas interesantes y ya sabes, mi arte está siempre a tu disposición para colaborar con el tuyo 🙂
Mono!
La gente desconoce cuantas ganas había de combinar habilidades para engendrar algo nuestro. Llevamos hablando de ello entorno a un año.
Esta vez ha sido una historia con la excusa de Halloween.
Ambos estamos de acuerdo en afirmar que no va a ser la única colaboración que hagamos. Nos entendemos bien.
Y sí, son una pasada las ilustraciones y me encanta el resultado.
Gracias ^^.
¡Fantástico! Siniestro y con la dosis justa (para mí) de gore. un slasher muy adecuado al día. ¡Feliz Halloween!
Wooo!!! ¡Me encanta! Yo no lo hubiese definido mejor.
Hace años que no toco este género sin añadir matices de humor. Ha sido una experiencia muy divertida.
Llevaba tiempo pensando en hacer un relato para esta fecha, pero no me decidía por la temática. Adoro las historias de fantasmas y he querido hacer un pequeño guiño en el relato. Sin embargo, no fue hasta que una amiga, a la que le tocó organizar y montar este tipo de fiesta para una futura mamá, que no me vino la idea a la cabeza.
Ya tenía la ambientación, me faltaba la trama y, aunque inicialmente pensé en algo mucho más lovecrattiano, decidí no hacerlo porque estaba segura de que iba a herir sensibilidades (y no queremos eso).
Muchas gracias por volver y comentar, David!
Añado que esas fiestas de tías (las baby showers esas) ya tienen de por sí algo de siniestro jajaja… Deseando leer más cosas tuyas, Un saludo!
Para mí también despiertan cierto repelús, créeme xDDDDD
Wow, brutal!! Me ha encantado leer como has elaborado este relato de terror con toques gore y un poco repugnante, cargado además de infinitos detalles que dan forma a la historia. Las ilustraciones además ayudan al suspense y le dan un toque super original, para mí un relato 5 estrellas 😉
Me alegro mucho de que mi experiencia Baby Shower te haya servido de inspiración para este relato de Halloween tan bueno.
Cuando me dijiste que estabas organizando una fiesta de este tipo sentí mucha curiosidad. ¿Qué debe tener? ¿Quiénes son los invitados? ¿Cuál es el propósito? Todo un mundo de posibilidades se abrió ante mí. Pensé que sería divertido hacer de una fiesta tan entrañable un relato aterrador y, como ya he dicho en otro comentario, me dije a mí misma “Pilar, suavízalo que no hay que herir sensibilidades”. Reconozco que la idea de un no nato metamórfico que salía del interior de su madre como en una peli de Alien me sedujo muchísimo, pero estaba segura de que al público no tanto. Por eso me decanté por la desquiciada de turno, que también crea una situación cuanto menos comprometida.
Muchísimas gracias por ser mi inspiración y me alegro de que hayas disfrutado del relato ^^.
Besotes.
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