Imagino que si estás leyendo este post es porque te interesa mejorar un poquito tu manera de escribir poesía o, simplemente, quieres iniciarte en este campo. Sea cual sea tu causa, ¡bienvenido!
A menudo, ocurre que ponemos toda nuestra atención y esmero durante la elaboración de un escrito y, cuando decidimos mostrarlo al mundo, no causa la reacción deseada. ¿Qué ha pasado? ¿En qué nos hemos equivocado?
En cuanto a poesía se refiere, podemos encontrar infinitud de meteduras de pata que desmejoran nuestro trabajo. ¿Cómo identificarlas y cómo evitarlas?
Si quieres escribir un poema y tienes miedo a que tu público quede decepcionado, lo interprete como algo muy cursi, pedante o sobrecargado, este post es para ti. A continuación, te voy a dar cinco consejos para que mejores tu técnica a la hora de escribir poesía.
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Lee, por lo que más quieras, lee.
Sé que el tema de la lectura es muy recurrente en cuanto a consejos sobre escritura se refiere, pero piensa que no sería tan popular si no fuera importante.
Si tienes alma de poeta, lo ideal es que leas poesía con la idea de empaparte y aprender de ella, pero, por favor, evita leer únicamente la poesía que se encuentra en las redes sociales.
Facebook, Instagram, Twitter… están muy bien, pero hay todo un mundo ahí fuera de excepcionales poetas que han destacado sobre el resto por algo.
Te recomiendo que realices una búsqueda en Google y crees tu propio listado de poetas en función de tus gustos personales.
No olvides revisar, también, autores de siglos pasados ya que, por alguna razón que desconoces, no han quedado en el olvido. Piensa que, si su trabajo ha trascendido hasta nuestros días, es porque pueden enseñarte algo.
Si no eres muy aficionado a leer poesía e incluso, si no has leído un poema en tu vida —cosa realmente difícil—, tranquilo, no es un crimen que tú quieras desarrollar tus dotes de poeta.
Seguramente sientas cierta dificultad durante la elaboración, pero tu objetivo no es imposible y alcanzarlo resulta igual de gratificante. Eso sí, lee, lee mucho. Fantasía, ciencia ficción, drama… lo que quieras, pero lee (y no me valen las revistas ni las noticias).
En realidad, la lectura siempre te ayudará en tu aprendizaje de escritura, ya que ampliará tu vocabulario, tu expresión escrita y tu imaginación, entre otras cosas. Leer, además, un género que te apasiona, te allanará bastante el camino.
La lectura siempre te ayudará en tu aprendizaje de escritura, ya que ampliará tu vocabulario, tu expresión escrita y tu imaginación, entre otras cosas.
2. Elige un tema con el que te sientas cómodo.
Vamos a escribir nuestro primer poema, qué mejor que hacerlo sobre un tema con el que nos sintamos cómodos y capacitados para hablar sobre él. También es preferible que dicho tema nos resulte atractivo, porque no hay nada peor que escribir sobre algo que no nos gusta en absoluto.
Puede ser desde algo genérico, como el amor, la soledad o el tiempo; o sobre un tema específico, como aquel día en el que conociste a una chica en el metro, o lo mal que lo pasaste cuando, en tu infancia, perdiste a tu gato.
No es estrictamente necesario elegir un tema principal para empezar a escribir un poema. A menudo, la inspiración viene sola y puede mezclar varios temas. Sin embargo, como estamos ante la premisa de que no tienes mucha soltura a la hora de escribir poesía, encaucemos a las musas hacia un tema en concreto.
Es preferible elegir un tema que nos resulte atractivo, porque no hay nada peor que escribir sobre algo que no nos gusta en absoluto.
3. Los diccionarios, siempre a mano.
Ya nos hemos leído tropecientos poemarios e innumerables novelas. Hemos elegido un tema sobre el que hablar, con el que nos sentimos cómodos y estamos familiarizados. Al fin, nos sentimos preparados para empezar a escribir, pero al ponernos a ello, se nos atascan las palabras.
Releemos lo escrito y nos damos cuenta de que estamos abusando de algunas palabras y que todo parece sonar igual. Es entonces cuando nos viene la terrible pregunta: ¿esto cómo lo podría decir?
Tranquilo, no desesperes. Simplemente ha llegado el momento de echar mano de los diccionarios.
Tener los diccionarios de antónimos y sinónimos es muy importante a la hora de escribir, con indiferencia del género. Sin embargo, sé cauteloso y no te empeñes en usar palabras excesivamente cultas o cuyo significado sea un poco ambiguo y no termine de cuajar en tu escrito. Ante la duda, consulta siempre tu diccionario de lengua castellana.
4. Recuerda: menos, es más.
Ya en el s.XVII Baltasar Gracián en su Oráculo manual y arte de prudencia, nos dejaba la famosa cita «Lo bueno, si breve, dos veces bueno» y ¡cuánta razón tenía!
Es muy habitual que, cuando nos iniciamos en la escritura poética, nos olvidemos de este refranero popular y tendamos a sobrecargar nuestros poemas.
Tenemos tanto afán por demostrar que se nos da bien eso de escribir, que nos inclinamos a pensar que más es realmente más y es aquí donde se nos ve el plumero.
Mi consejo: no abuses de los adjetivos ni de un lenguaje excesivamente complejo y culto.
Un escritor novel tenderá a colocar, al menos, un adjetivo por verso. Los hay quienes parecen tomárselo como un reto personal y son capaces de calzarse un montón de adjetivos en un puñado de versos que, en realidad, no están diciendo absolutamente nada.
Porque abusar de los adjetivos puede llegar a restarle calidad al poema, al igual que emplear un lenguaje excesivamente culto, técnico o complejo. La poesía es difícil de crear y ha de ser atractiva para el lector. Un lenguaje sobrecargado solo conseguirá aburrirlo y ahuyentarlo.
La poesía es difícil de crear y ha de ser atractiva para el lector. Un lenguaje sobrecargado solo conseguirá aburrirlo y ahuyentarlo.
5. La regla de las tres erres: reposa, repasa y recorta.
Una vez que hemos escrito el borrador de nuestro poema, es mejor dejarlo reposar durante un tiempo, como mínimo, una noche. Haz otras cosas: sal a dar un paseo, juega al pc, queda con un amigo… lo que quieras. La cuestión es que no lo vuelvas a leer hasta el día siguiente como mínimo. ¿Por qué? Porque si nos otorgamos un poquito de distancia, resulta más fácil empezar a ver qué fallos hemos cometido y dónde están.
Ya te has tomado tu descanso de una noche, una semana o un par de meses, eso ya lo dejo a tu elección. Ahora toca repasar qué es lo que hemos escrito.
Intenta leerlo primero para ti y entenderlo. ¿Hay algo que parece quedarse en el aire? ¿Está realmente claro lo que quieres decir?
A continuación, léelo despacio y en voz alta
. ¿Te rechina algo? ¿Te aburre? ¿Sientes que se te cansa la lengua en el paladar mientras vocalizas? Quizás necesites repetir este paso un par de veces para responder a estas preguntas.
Por último, coge un lápiz y empieza a tachar palabras sin que el significado de cada estrofa varíe. Sé que al principio da un poco de miedo, pero el resultado es mejor de lo que crees. Repite este paso tantas veces como lo necesites hasta que sea imposible restar nada más. ¿Cuántas palabras pueden desaparecer de tu poema?
Seguramente te veas forzado a variar ligeramente la estructura de algunos de tus versos para que tenga un significado más completo. Lo creas o no, este es un paso importante para empezar a quitarte la etiqueta de escritor novel.
Hasta aquí los cinco tips para mejorar nuestros poemas.
Recuerda: lee mucho, céntrate en un tema en el que te sientas cómodo, usa los diccionarios, no abuses de los adjetivos ni de un lenguaje completo y no te olvides de las tres erres.
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