Una de las cosas más difíciles de hacer bien es un microrrelato.
Un microrrelato consiste en contar una historia en un espacio muy reducido. En este tipo de narración, la historia se presenta de manera condesada, casi esquemática, lo que la deja exenta de florituras y de toda reiteración argumental.
No existen unas normas fijadas en cuanto a la extensión máxima de un microrrelato. En algunos concursos se aceptan historias condensadas en una página y algunos, en dos. Sin embargo, en muchos otros, la dificultad reside en escribirla en menos de cien palabras.
Hace unos años me era muy difícil escribir microrrelatos. Sentía que mis historias eran aburridas y carecían de personalidad. Se me hacía muy cuesta arriba no poder incluir descripciones precisas o desarrollar la personalidad de un personaje. Es decir, me costaba escribir sin florituras.
Un microrrelato consiste en contar una historia en un espacio muy reducido. En este tipo de narración, la historia se presenta de manera condesada, casi esquemática, lo que la deja exenta de florituras y de toda reiteración argumental.
¿Cómo lo solucioné?
Bueno, practicando una y otra vez. Sé que soy muy pesada con esta técnica, pero a mí siempre me ha ayudado mucho.
Primero, me permitía escribir la historia tal y como a mí me naciese, ocupase lo que ocupase y contara lo que contara. Luego la leía y seleccionaba el argumento principal. A continuación, lo escribía aparte y lo dejaba a un lado. Este sería mi indicador.
Luego, intentaba escribir de nuevo mi historia, haciéndola más escueta y comprobaba que este “resumen” se pareciera al argumento que había dejado aparte. Si se parecía, continuaba con el siguiente paso.
Partiendo de este resumen, escribía otro, más sintetizado y volvía a compararlo con mi indicador. Si en algún momento mi indicador no concordaba con lo que había escrito, lo desechaba y volvía a escribirlo.
Repetía este proceso tantas veces como fueran necesarias, hasta que ya, al final, me era imposible sintetizar más la historia.
Llegados este punto, hay que comparar que el resultado tiene sentido y es atractivo, de alguna manera. Hay que tener en cuenta que en un microrrelato no basta con hacer un esquema sin gracia, ya que se trata de entretener al lector.
Encontrar este equilibrio entre historia condensada y entretenida —y también, admitámoslo, con «chispa» que enganche, que te deje con ese gustirrinín al leerla—, es la gran dificultad que existe a la hora de crear un microrrelato.
No os preocupéis si al principio esta técnica os resulta larga, pesada y desesperante. Yo también pasé por esa etapa de pensar que la historia inicial era genial tal y como nació y que, tras este proceso, se ha estropeado. Tranquilo, nos pasa a todos, es solo una ilusión del ego. Practica, practica y practica. Todo es mejorable y te animo a que busques la perfección en lo que escribes. Sólo con autocrítica y trabajo, podrás mejorar tus textos. Bueno y leyendo, claro.
Créeme que llegará el día en el que no necesites recurrir a este proceso para escribir del tirón tu microrrelato. Es más, cuando alcances ese momento y hayas escrito muchísimos microrrelatos, verás cómo cada vez te salen mejor. Comprobarás que la idea que quieres trasmitir se entiende más fácilmente e incluso, tus historias comenzarán a tener tu marca personal, esa chispita que los hace únicos.
Y este es un momento muy bonito.
Encontrar este equilibrio entre historia condensada y entretenida —y también, admitámoslo, con «chispa» que enganche, que te deje con ese gustirrinín al leerla—, es la gran dificultad que existe a la hora de crear un microrrelato.
Este pasado mes de octubre me animé a participar, a través de Twitter, en un movimiento llamado #taletober.
Para los que no lo conozcáis, el #taletober consiste en escribir un microrrelato al día del tamaño de un tuit. Cada día tiene fijado una palabra concreta que ha de aparecer en el micro.
Bueno, en realidad es más flexible, ya que puedes crear historias más largas en prosa o verso (se admiten poemas) y hacerlas en varios tuits o desde tu blog personal.
Sin embargo, a mí me parecía más estimulante intentar hacer un microrrelato en un tuit.
Y como me gustó la idea de volver a retomar la aventura de escribir microrrelatos, decidí hacerlo, solo que no fui muy fiel, escribiendo todos los días, y también, el hecho de haberlo descubierto a mediados de mes influyó a no completarlo.
Pero oye, como experiencia, está muy bien y eso es lo importante.
Os dejo tres micros con los que participé para que podáis ver un poco el resultado de practicar esta técnica durante el tiempo suficiente para no tener que recurrir más a ella.
Espero que os gusten.
Día 17
Ella me agarró de la mano en silencio. Ajenos al estruendo de las sirenas y los gritos, contemplamos el caos. Tembló y dejó escapar un par de lágrimas. Después, me soltó la mano como quien desata el lazo de una promesa y se alejó para siempre.
Nunca supe quién era.
Día 18
Desde hacía ya tiempo la muerte nos acechaba desde su tumulto neblinoso. No éramos merecedores de una vida prolongada en placeres y bienaventuranzas, mas nadie sabía que bajo esa fachada de lujo y perfección, residía la marca del asesino.
Nadie, salvo los muertos.
Día 24
Conforme pasan los días, esta sensación de vacío engulle pedazos de mi crisálida. No consigo volver a la realidad, vivo en un estado de permanente ausencia. Es algo así como un velo, como una niebla espesa donde el dolor ha dejado paso a una gélida insensibilidad.
Lo bueno de participar en este tipo de iniciativas que invitan a practicar la escritura, es que más tarde, al releer lo que has escrito ves cosas que te gustaría cambiar o se te ocurre otra manera de decir lo mismo.
Y esto también es aprender.
Por supuesto, a mí también me pasa.
Si te has quedado con ganas de leer un poquito más, puedes leer otro microrrelato en este enlace.
Espero que halláis disfrutado mucho de este post y que os animéis a practicar la magia del microrrelato.
Si os habéis quedado con ganas de leer más, os invito a hacer click en el siguiente enlace donde encontraréis algunos de los mejores microrrelatos escritos por autores famosos. ¡Toda una joya!
Lo bueno de participar en este tipo de iniciativas que invitan a practicar la escritura, es que más tarde, al releer lo que has escrito ves cosas que te gustaría cambiar o se te ocurre otra manera de decir lo mismo.
Y esto también es aprender.
¡Nosotros nos vemos en el siguiente post!
¡A leer y a practicar!
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