Todos los que soñamos con llegar a ser escritores tenemos idealizado el momento de ver publicado nuestro primer trabajo. Nada nos hace más ilusión que el instante de sostenerlo, por primera vez, entre los dedos. Comprobar su peso, olerlo, escuchar el sonido que hacen sus páginas al pasarlas. Oh, sí, aquí está mi pequeño.
Sin embargo, el camino que hay para alcanzar este momento no es del todo sencillo.
Cuando iniciamos un proyecto literario, todo es emocionante. Las ideas están pululando a tu alrededor en plena efervescencia y todo parece fascinante. Prácticamente sientes que le faltan minutos al día para plasmar todas las ideas que se te van ocurriendo. Luego, esa explosión de creatividad empieza a disiparse —como si el sueño se desvaneciera—, sobre todo, porque no puedes estar todas las horas que te gustaría delante del ordenador. Tienes que trabajar o estudiar —o ambas cosas—, atender a tu familia, tu casa, hacer ejercicio… Ves que el tiempo para tu proyecto literario es reducido y en parte, esto te desalienta un poquito, pero se trata de tu meta, así que continúas.
Cuando consigues terminar tu proyecto racaneándole horas al reloj y al sueño, estás entre excitado e inseguro. ¿Será lo suficientemente bueno? ¿Gustará? ¿Podría haberlo hecho mejor? Tranquilo, estas dudas son normales y, además, son sanas. Si no te invaden estas preocupaciones, quizás deberías hacerte una cura de ego, porque absolutamente nadie es perfecto y hasta los grandes escritores dudan acerca de la obra que han escrito, en el momento de terminarla.
Una práctica muy recomendable es dejar el manuscrito aparcado durante un tiempo para su posterior revisión.
Hay que dejar que se enfríe, que las emociones se apacigüen y a que seamos capaces de estudiar a nuestra criatura con ojos críticos, cosa que parece fácil, pero no lo es en absoluto. Cuando llega este momento, toca releer, recortar y añadir. Este proceso puede ser realmente largo en función de la obra.
Algunos autores tienen lo que se conoce como lectores beta, un grupo de personas de confianza a las que se les pasa el manuscrito para que lo lean y den su opinión. Los lectores beta son una espada de doble filo, porque si sienten mucho cariño hacia ti intentarán darte una crítica que, posiblemente, esté demasiado suavizada y se aleje de lo que, realmente, necesitas escuchar. Por eso no es buena idea que tu lector beta sea un familiar, es mejor buscar a alguien que, por naturaleza, sea una persona muy sincera. Recuerda que tu obra está genial a tus ojos, pero quizás no sea tan maravillosa para otros y esto es algo a tener en cuenta: hay que saber encajar las críticas.
Sin embargo, no olvidemos que una opinión, a fin de cuentas, es una opinión, no un ataque personal, pero si tienes miedo de lo que puedan decir sobre tu obra, quizás deberías de replantearte el asunto de publicar tu libro.
Hay que dejar que se enfríe, que las emociones se apacigüen y a que seamos capaces de estudiar a nuestra criatura con ojos críticos.
Una vez llegados a este punto, hay quienes deciden lanzarse a la piscina y autopublicarse, sin más filtros que las observaciones y consejos de sus lectores beta. Sin embargo, mi recomendación es otra.
Contrata los servicios de un corrector ortipográfico y de estilo.
Puede que se te dé de fábula escribir, pero admite que no lo sabes todo. Siempre se cuelan errores y no hay nada que perjudique más a un autor que una obra mal puntuada, repetitiva o con un argumento insostenible. Por eso, ráscate el bolsillo y contrata a un profesional que te dará una visión objetiva acerca de tu trabajo y, sobre todo, arreglará las erratas que ni tú ni tus lectores beta, fuisteis capaces de ver. Esto mejorará con creces tu obra.
Si decides emprender este camino, te advierto que este tiempo de corrección y perfeccionamiento tampoco será breve. Seguramente te lleve algunos meses, dependiendo de la extensión de tu manuscrito. Así que, ármate de paciencia, porque el resultado lo merece.
Una vez que tengas tu obra corregida, necesitas maquetarla bien. Para esto, seguramente también necesites la ayuda de un profesional, aunque hay quienes son muy habilidosos y aprenden bien con los tutoriales que existen en YouTube.
Si eres como yo y realmente te preocupa el resultado final de tu obra, hazme caso y contrata los servicios de un editor.
Por último, está el tema de la portada. Todo el mundo te dirá que la portada es lo más importante de tu libro, cosa que te fastidiará porque tú te has currado el contenido y has pagado a profesionales para que dicho contenido esté lo más pulido y perfecto posible; para que ahora, vengan a decirte que lo que vale, realmente, es la portada. Pues temo tener que darle la razón a todo el mundo.
La portada es lo más importante de cara a vender un libro. No solo tiene que ser una portada bonita y que tenga relación con el contenido del libro, sino que, además, tiene que ser atractiva para el lector.
Nunca olvides que la portada de tu libro es su carta de presentación. Una portada cuidada, llamativa y bonita, influirá mucho a la hora de decidirse el lector para comprar tu libro. Así que no le pidas al colega al que se le da bien el Photoshop que te diseñe tu portada en una tarde.
Contrata los servicios de un ilustrador.
Dirás que el presupuesto se va a las nubes con tantos servicios por contratar, pero piensa que se trata de una inversión a largo plazo: tus lectores merecen comprar un libro que satisfaga sus objetivos, es decir, coherente, bien redactado, sin erratas y bien presentado. Así, ellos tendrán una buena imagen de ti, te tomarán por un autor serio y, si les gusta lo que les ofreces, querrán seguir comprando tus futuras publicaciones. Así que, no te la juegues y ráscate el bolsillo.
La portada es lo más importante de cara a vender un libro. No solo tiene que ser una portada bonita y que tenga relación con el contenido del libro, sino que, además, tiene que ser atractiva para el lector.
Como colofón, me gustaría agradecerles a las personas que han aportado sus conocimientos y profesionalidad para que hoy, mi poemario La erótica del guisante — Poemas para desnudar el alma, haya sido publicado.
A Marian, por su sabiduría, consejos y cercanía, pero especialmente, por su valoración, la cual me empujó a seguir adelante con el proyecto.
A Ignacio, por su infinita paciencia y por concederme la primera entrevista para su programa de Podcast Versandanzas abriendo así, una interesantísima sección en su programa, con entrevistas a autores desconocidos.
A David por tirar a la basura todos los bocetos de logo que tenía y darme, en cuestión de un par de minutos, el logo perfecto.
A Celia (celia.servicioseditoriales@gmail.com ), por deshacer los enredos que hice con los encabezados y pies de página, a la hora de enumerar unas páginas sí, pero otras no, y por las vueltas y vueltas que le dimos a la maqueta.
Y a Manuel que, pese a la distancia y a los años sin vernos, no faltaron la confianza ni las risas, cuando le planteé mi idea de portada: una vaina de guisantes con forma de potorro.
Tus lectores merecen comprar un libro que satisfaga sus objetivos, es decir, coherente, bien redactado, sin erratas y bien presentado.
Mi madre dice que en esta vida hay que ser agradecidos y las madres siempre saben de la vida más que una, de tal modo que tenía que hacerle caso y agradecerle también a ella, que a sus setenta y seis años y en tan solo dos días, haya conseguido leerse mi poemario de cabo a rabo, a pesar de que «la vista ya no es la que era» y de que ella «no entiende nada de poesía». No puedo evitar sonreír al recordar sus palabras. Porque una madre hace esto: se lee el libro que has escrito, aunque no sepa de qué carajo estás hablando; y tan orgullosa. Desde luego, ¿qué haríamos nosotros sin nuestras madres?
Por último, pero no por ello menos importante, quería agradecerle a Rafa todo el trabajazo que se ha pegado para actualizar y renovar mi blog. No puedo estar más contenta, ilusionada y agradecida por tener un espacio tan bonito, personal y maravilloso, desde el que darme a conocer al mundo. Sin duda, es la página web más hermosa que he visto nunca y se me vuelve el corazón loco al saberla mía. Me siento afortunada, querida y orgullosa de vivir con una persona tan constante, trabajadora y cabezota, a la que tanto admiro y que tanto me inspira.
A vosotros, también, quiero daros las gracias. Por seguir ahí tras más de una década de publicaciones en internet, por animarme a dar el salto de la publicación y por todo vuestro apoyo. Este espacio que he creado es para vosotros.
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