Recuerdo la noche en la que me enamoré de ti. Éramos jóvenes en busca del misterio. Juntos ascendimos hasta los muros de La Alhambra y nos olvidamos del tiempo en sus jardines. Ni el frío ni la humedad, nos hicieron desistir del disfrute del mármol de sus bancos ni de la belleza de sus fuentes. Recuerdo que mirábamos cada árbol como si pudieran hablarnos y que perseguíamos las acequias en busca de peces de colores. Sentí que volvía a ser una niña y que yo también formaba parte del bosque y la roca.
Visitar La Alhambra de noche es acceder sólo a sus jardines y al exterior de sus edificios pero también, es encontrarte a solas con ellos. Los turistas no suelen venir de noche y la paz y el silencio que reina en el lugar, invitan a acallar la mente y los labios.
Te empujan a embriagarte de todo el sosiego y la magia del bosque comienza a despertarse. Tus sentidos se agudizan para escuchar al grillo junto al torrente del agua. Contemplas la iluminación de los muros y éstos parecen recobrar vida. Casi puedes percibir el galopar de los caballos de antaño, accediendo a la fortaleza…
Para nosotros fue la oportunidad de descubrirnos mutuamente. Comprobar que mi fantasía es también, tu fantasía. Recuerdo, casi al final de la noche, que tú y yo ascendimos por el albaicín, para echarle un último vistazo a la ciudad durmiente. Pocas veces he visto el mirador de San Nicolás tan desierto… Nos sentamos en el muro y de nuevo, el silencio nos arropó. Yo era incapaz de sentir mis propias manos. Me las frotaba y las escondía en los bolsillos pero el frío y la escarcha las mantenían heladas. Tú también lo estabas y aun así, sostuviste mis manos entre las tuyas y exhalaste sobre ellas, tu aliento. Tus ojos y mis ojos se encontraron para quedarse. Por primera vez, sentí que vibraba a tu lado y antes —mucho antes— del beso, la madrugada arañó el horizonte con las luces del alba asomándose a través de nuestras pupilas.
Recuerdo ese instante como si acabara de vivirlo. ¿Cómo olvidar el amor cuando las estrellas se posan en La Alhambra?
Noche mágica.
Imagen: José María torres Morenilla
https://webs.ono.com/torresmorenilla/
2 comentarios
Leer estas cosas ahora me pone triste y me va a costar dejarte un comentario brillante pero es muy bonito. Y que me haya ‘llegado’ como mínimo significa que también es bueno.
Que un hombretón como tú se ponga triste por un relato romanticucho de los míos, es que está faltico mimos 😉
Muchas gracias por tu comentario, hay que seguir trabajando pa hacer que llores a moco tendío, que eso también es bueno para el alma!
Un abrazo.
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